Por: Claudia Magnou, Analía Zufiaur, Marytza Fragela
Una presencia viva de cuerpo de mujer como campo de batalla…
Dos mujeres testimonio de la violencia de guerra en el Congo, una abogada y otra Maestra de enseñanza secundaria.
Dos valientes denunciantes de la atroz situación que viven las mujeres en su país. Un país limítrofe de otros nueve países. El corazón de Africa, en donde la economía es básicamente agrícola y mineral, y donde tienen los minerales que son la materia prima de la alta tecnología que domina al planeta.
Allí, están en guerra desde hace más de 20 años con los países limítrofes, pero en especial con Ruanda, siendo las grandes potencias las financiadoras de los conflictos y los genocidios. Y precisamente la mujer es, en este caso, el objeto de una poderosísima arma de guerra: la violencia sexual.
En cualquier conflicto la mujer es víctima, por la pérdida de sus hijos, o por ser prisioneras, o por ser violadas desde todos los puntos de vista. Pero especialmente allí son víctimas de guerra por su condición de género, al punto que son violadas y torturadas públicamente, muchas de ellas por su rebeldía hasta enterradas vivas. En otras ocasiones, después de violarlas masiva y públicamente, sin discriminar, desde los 3 meses a los 90 años de edad, (por orden de un Comandante, por ejemplo), son torturadas o quemadas en sus genitales con ácido.
Las niñas de 8 y 9 años ya son llevadas a la jungla para ser usadas como esclavas sexuales.
Utilizan el terrorismo sexual como arma de destrucción masiva.
Uno de los problemas es que los civiles transmiten la cultura de la violación, y esto evidencia una ruptura en el tejido social, que conlleva una pérdida de la identidad individual. Cientos de miles de niños son productos de las violaciones. Sucede que la población violada siente vergüenza y humillación y entonces la lleva a desplazarse por el territorio, y también lleva al anonimato a las personas.
El 80 % de la población está por debajo del índice de pobreza…
Cientos de miles de niños son abandonados por ser producto de esas violaciones. Muchos de ellos ya nacen con SIDA…
Dos mujeres testimonio de la violencia de guerra en el Congo, una abogada y otra Maestra de enseñanza secundaria.
Dos valientes denunciantes de la atroz situación que viven las mujeres en su país. Un país limítrofe de otros nueve países. El corazón de Africa, en donde la economía es básicamente agrícola y mineral, y donde tienen los minerales que son la materia prima de la alta tecnología que domina al planeta.
Allí, están en guerra desde hace más de 20 años con los países limítrofes, pero en especial con Ruanda, siendo las grandes potencias las financiadoras de los conflictos y los genocidios. Y precisamente la mujer es, en este caso, el objeto de una poderosísima arma de guerra: la violencia sexual.
En cualquier conflicto la mujer es víctima, por la pérdida de sus hijos, o por ser prisioneras, o por ser violadas desde todos los puntos de vista. Pero especialmente allí son víctimas de guerra por su condición de género, al punto que son violadas y torturadas públicamente, muchas de ellas por su rebeldía hasta enterradas vivas. En otras ocasiones, después de violarlas masiva y públicamente, sin discriminar, desde los 3 meses a los 90 años de edad, (por orden de un Comandante, por ejemplo), son torturadas o quemadas en sus genitales con ácido.
Las niñas de 8 y 9 años ya son llevadas a la jungla para ser usadas como esclavas sexuales.
Utilizan el terrorismo sexual como arma de destrucción masiva.
Uno de los problemas es que los civiles transmiten la cultura de la violación, y esto evidencia una ruptura en el tejido social, que conlleva una pérdida de la identidad individual. Cientos de miles de niños son productos de las violaciones. Sucede que la población violada siente vergüenza y humillación y entonces la lleva a desplazarse por el territorio, y también lleva al anonimato a las personas.
El 80 % de la población está por debajo del índice de pobreza…
Cientos de miles de niños son abandonados por ser producto de esas violaciones. Muchos de ellos ya nacen con SIDA…
Pese al sonido doloroso que emanaba de las pupilas de estas mujeres, donde su voz rayaba el grito solidario de auxilio, supieron mostrar un testimonio de FE. Como puñado de semillas de la esperanza, nos hablaron del Hospital de Panzi creado por el Dr DENIS MUKWEG, ginecólogo, que atiende a las mujeres violadas. Nos cuentan que allí se busca una atención más holística en el sentido que atiende a esta población violentada, no solo desde el punto de vista médico, sino psicológico, educativo, buscando, además, la inserción social y laboral de estas personas. Atiende también a cientos de niños que son producto de las violaciones de sus madres, y abandonados en consecuencia.
Denunciaron la intromisión de las misiones internacionales armadas (en nombre de la paz…), ya que ahondan toda la situación del conflicto.
Culminaron pidiendo casi a gritos, la solidaridad internacional para acabar con esta guerra, en especial porque “LAS MUJERES SOMOS DADORAS DE VIDA”
Te vistes de negro...
mujer de negro
porque eres el origen
pero también es
porque son ellos
los insignificantes poderosos
los que te quieren quitar
a duros jirones
los colores bellos.
Emocionas el alma, mujer
cuando veo vibrar tu voz
cristalina, Divina
a favor de la vida.
Caminamos juntas
por todos los rincones
y todas las opciones
del planeta y de la historia.
Caminamos desde el eterno
juntas
porque somos una sola
en todas.
Amaneces, siempre amaneces
porque acunas en tu vientre
la esperanza
Y llevas, sin aspavientos
el corazón enarbolado
en una ternura profunda y exquisita
por siempre.
mujer de negro
porque eres el origen
pero también es
porque son ellos
los insignificantes poderosos
los que te quieren quitar
a duros jirones
los colores bellos.
Emocionas el alma, mujer
cuando veo vibrar tu voz
cristalina, Divina
a favor de la vida.
Caminamos juntas
por todos los rincones
y todas las opciones
del planeta y de la historia.
Caminamos desde el eterno
juntas
porque somos una sola
en todas.
Amaneces, siempre amaneces
porque acunas en tu vientre
la esperanza
Y llevas, sin aspavientos
el corazón enarbolado
en una ternura profunda y exquisita
por siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario